La Ley de Ordenación de la Edificación atribuye en exclusiva
la capacidad de proyectar y dirigir edificios destinados al uso de las personas
a los arquitectos.
Ahora el Ministerio de Economía quiere extender esa
atribución a los ingenieros a través de la Ley de Servicios y Colegios Profesionales.
Arguyen que cuantos más técnicos haya, más competencia habrá. Y que esto -
propiciar la competencia - es lo que le importa a ese Ministerio.
Los ingenieros saludan alborozados esta iniciativa. En
cambio no encontraremos muchos arquitectos a quienes esto les parezca razonable.
Probablemente la conveniencia personal pesa en esa opinión. Pero también la
convicción de que si bien los ingenieros comparten nuestra formación en cuanto
a la “firmitas”, solo lo hacen poco y nada con la “utilitas”. En cuanto a la
“venustas”, ni se lo plantean.
Así, la defensa de las atribuciones de los arquitectos es en
realidad la defensa de unos edificios de calidad adecuada para las personas,
para la sociedad; aunque esta no lo sepa.
Muchos de nosotros colaboramos con ingenieros en nuestro
trabajo; en particular en las estructuras y de instalaciones. Y puesto que esto
es así, tiene sentido que estos colaboradores puedan firmar y hacerse
responsables de su parte del trabajo. Esto, siempre bajo la dirección y
coordinación del autor del proyecto, garante de su unidad, que es el
arquitecto.
De hecho la LOE así lo establece en su articulado.
De hecho la LOE así lo establece en su articulado.
Todo esto sería muy fácil de transmitir a la sociedad. Y sin
embargo, no llega.
Nuestros máximos representantes, la Junta de Gobierno del
COAM, rehuyen el enfrentamiento con el Ministerio y con los ingenieros. No
creen que a los arquitectos solos nos sea posible cambiar el rumbo de la Ley. O , simplemente, no
quieren líos.
En cambio nos proponen propiciar un “entendimiento” con los
ingenieros en torno a “lo que nos une” contra la Ley. Que es mucho, salvo
en los puntos señalados antes. En esos, no hay acuerdo posible; solo renuncia
por una de las partes.
Así nos vemos abocados a un imposible. Nos piden que vayamos
de la mano con los ingenieros a un sitio en el que no podemos estar juntos. Y
así, ni vamos ni nos quedamos.
Pero incluso si acabara siendo cierto, nada garantiza que el Ministerio aceptara los “pactos corporativos en contra de la competencia”, que es como los llamarían.
Pero incluso si acabara siendo cierto, nada garantiza que el Ministerio aceptara los “pactos corporativos en contra de la competencia”, que es como los llamarían.
Esto no puede durar mucho más. Porque la espada de Damocles
sigue ahí, cada vez más cerca de la cabeza de la Arquitectura.
Por eso se han convocado los actos del 21 de mayo a los que
invitamos a todos. La concurrencia numerosa con una reivindicación clara de la
vigencia de la Arquitectura es lo mejor que podemos hacer en las actuales
circunstancias.
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